No te flipes Pepito; Crónica de Peñalara
Puede
parecer un tópico, pero os juro por la gloria de mi madre, que diría el gran
Chiquito, que tenía la crónica hecha 3 días después de la carrera y justo
cuando estaba poniendo las fotos, el ordenador se fue a la mierda, llevándose
consigo la entrada correspondiente al tema que acontece. Después de cagarme en
todo lo cagable me dispuse a reanudarla, pero me aburrí y lo dejé. Hasta hoy.
Puede
venir hasta bien que haya pasado cierto tiempo, aunque pueda que se pierda
algún detalle por el camino.
Podría
empezar la crónica con lo típico de “es el mayor reto al que me he enfrentado
en mi vida deportiva” o “por fin soy ultrafinisher”, pero no, no es mi estilo.
Bien es verdad que acabar una carrera tan larga mola pero tampoco es una cosa
que te cambie la vida (deportiva). Viene bien para poner en perspectiva ciertas
carreras, pero nada más. De hecho, personalmente, me parece más duro preparar y
correr un maratón de asfalto que correr 64km por monte haciendo 2500 metros de
desnivel positivo. La prueba más evidente es que al día siguiente estaba
montando en bici de montaña, y en cambio después de un maratón de asfalto sabes
que en los siguientes 3 días te puedes olvidar de andar dignamente.
Al lío,
que me voy por las ramas. Me ceñiré a lo
deportivo únicamente, para no aburrir al personal más que nada.
Después
de pasar el control de chip me coloco en primera línea de salida, al lado de
dos mindundis como son Luisete y Castán, que para estar atrás tiempo habrá, me
digo. Suena el disparo de salida y la gente sale como si se fuera a acabar la
carrera a los 200m, ¡pero muchachos, que son 63km! Yo no entro al trapo y voy a
lo mío. Si una cosa me han dicho todos los veteranos a los que he consultado es
que vaya guardando mucho, que aunque sea corrible vaya con el freno de mano
echado ya que lo puedo pagar y de lo lindo en la parte final. El primer escollo
a franquear es el puerto de La Morcuera, subida muy corrible de unos 14 km.
Subo tranquilo con un chico de Córdoba hasta casi coronar, que es donde le
suelto y cojo a Luisiete. Allí estaban Melani, Marta y Mercedes dando ánimos y
me cantan que voy segundo, y es cuando empiezo a flipar en colores. Empecé a
pensar si es que las estaba afectando la altitud, pero en la bajada a Rascafría
comprobé que tenían razón, que el paquete delantero se había perdido con Castán
a la cabeza. De flipar la pasada que me metió bajando ¡qué clase! Me quitó las
pegatinas y también se llevó a Luisete, y haciendo caso otra vez al mantra que
me estaba repitiendo en mi cabeza continuamente, el de “no te flipes Pepito”,
los dejo irse. Casi llegando al avituallamiento me pasa otro chico, segundo de
la carrera a la postre.
Ya en
el avituallamiento de Rascafría (KM 25) relleno bidones, como algo rápido, me
hacen control de material y ¡pa’ rriba! 20 km de subida y 1300 metros de
desnivel positivo me esperan hasta el pico de Peñalara, puerto del Reventón
mediante. Aquí si tengo que reconocer que hay que ser un poco duro de coco, ya
que si lo piensas tranquilamente es una puta barbaridad tener que hacer en
medio de una carrera la misma distancia y desnivel que en mis mejores
entrenamientos. Y si, solo un día he pasado de los 20 km y ninguno de los
1200+, pero preparar una carrera así en Toledo es lo que tiene.
Poco a
poco voy haciendo camino hasta que a mitad de puerto cojo a Luisete otra vez,
hago 5-10’ con él y me voy ya que me dice que anda saliendo de una lesión y que
tire yo para delante. Con el Reventón en el horizonte veo que vienen por detrás
dos chavales a un ritmo muy majo y barrunto que deben de ser dos de los que se
perdieron al principio. Efectivamente, me pasan y les digo adiós educadamente,
sigo a lo mío. Meadita de rigor y llego al Reventón, como algo de fruta ya que
el estómago me dice que le dé un poco de tregua con las barritas y arreo para
Peñalara. Si la matemática no falla voy quinto y con muy buenas piernas, por lo
que me centro en mantener la posición y si hay alguna explosión por delante
pues eso que me llevo.
Para mí
es un gran resultado, y viéndolo con el tiempo todavía más, pero siempre queda
el poso, de si hubiera tenido otras
circunstancias el mes previo a la carrera que hubiese sido capaz de hacer.
Quizá el año que viene lo comprobemos….
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