Seny, pit i collons.

lunes, 28 de abril de 2014 17:52 By José Muñoz Sánchez

Aviso al lector: el título de la entrada nada tiene que ver con el malogrado Tito Vilanova, pero es una frase que bien define mi aventura en el maratón de Madrid. 


Antes de bombardear el blog con información relativa a la carrera de media montaña que haré dentro de un mes, he querido hacer la crónica de MAPOMA en caliente al igual que hice la del maratón de Valencia, más que nada para que no se pierda ningún detalle en el transcurso que se me van yendo las agujetas que ahora mismo inundan mi cuerpo. 

Vamos a dividirla en tres partes:

PRE-MARATÓN 

Las sensaciones eran geniales, después de bastante tiempo parecía que todo estaba en su sitio, el cíático me había dejado de dar la lata, la alergia incomodaba pero no molestaba y las temperaturas habían bajado un poco, que es lo que a mi me va bien. También tengo que decir que el hecho de que la semana santa haya caído justo una semana antes no me ha beneficiado nada, y no precisamente por lo devoto que soy, pero los botellines y el correr me gustan a partes iguales. El viernes santo fue de aúpa. 
Al ser en Madrid y hospedarme en casa de mi hermano, por esta vez podría evitar los típicos paseos turísticos que tan pegadas dejan a las piernas, así como también podría comer decentemente los dos días de antes. Son cosas que se agradecen a la hora de competir.

MARATÓN 

El 174 iba a ser el "hierro" que llevara, lo que me iba a permitir salir en el cajón 1 y así no tener problemas a la hora de fijar la marcheta que me había marcado de antemano. Eso decía la teoría. La realidad es que fácilmente me tocó adelantar a 500 personas Castellana arriba ya que se habían metido en el cajón que los salió de las narices (un saludo a la organización), más que nada porque no había control alguno, cosa que en Valencia si que hubo. 

Poco a poco voy cogiendo ritmo de crucero en torno a 3'55''-4'/km hasta que llega la primera bajada que me dejo llevar un poco más, pero controlando en todo momento, con la mente puesta siempre en el final del recorrido. En el km 15 me meto en una grupeta de 8-10 unidades en la que llevamos un ritmo muy majo (3'50''/km) que viendo los continuos toboganes que hay está bastante bien.   

                                       

(En esta parte de la carrera tengo que hacer un inciso para mencionar el paso por Gran Vía - Callao - Preciados - Sol. Simplemente acojonante. Se me pusieron los pelos de punta con el pasillo humano que había). 

Vamos haciendo camino poco a poco hasta que llegamos a la temida Casa de Campo, que por fin supe por qué la gente que ha corrido MAPOMA tiene tanto asco a esta parte, y es que no aporta absolutamente nada a la carrera, bueno si, aporta dos repechos los cuales fueron los culpables de que pegara el petardazo que pegué. El primer repecho sobre el km 27 me hizo descolgarme del grupo y el segundo en el km 30 me hizo reventar del todo. A partir de ahí, sumado al batiburrillo estomacal que llevaba solo pensaba en abandonar, de hecho pregunté a 2 personas si tenían kleenex para hacer un pit stop de emergencia, pero la respuesta fe negativa y opté por seguir hasta que la cabeza (o el intestino grueso) me dijeran basta. 

Van cayendo kilómetros mientras el ritmo decrece bastante y el cerebro, que es más listo que el hambre, empieza a descontar kms, es decir, a echar la cuenta de los que faltan, en vez de sumar los que lleva. ¡Qué jodío este cerebro! ¡cómo me engaña! Así me planto en el Manzanares y echo un vistazo al perfil del recorrido que llevaba en el bolsillo y se confirman mis presentimientos, de ahí hasta meta es todo subida, así que con paciencia y saliva.... Cómo me vería un patinador de la organización, de esos que llevan vaselina y réflex, que me dijo amablemente ¿quieres réflex? Muy amablemente también le contesté que lo que me pasaba a mi no se curaba con réflex, se río y me dio ánimos. 

Km 40, ya solo quedan 2 km de "bajada" que curiosamente me machacan más que los de subida, y es que al igual que en Valencia llevo las plantas de los pies destrozadas por las ampollas, situación que achaqué aquella vez a las zapatillas excesivamente voladoras y que a la postre ha resultado una acusación falsa, ya que con las Asics Noosa que corrí ayer me ocurrió incluso antes. Los dos últimos kilómetros ni los disfruté, iba tan sumamente jodido que no tuve el placer de poder disfrutarlos, cosa que en Valencia si que ocurrió. Será por aquello de la primera vez... El reloj marcaba 2h 53' 06'', que al oficializarlo será un poquito menos. 

POST-MARATÓN

Dolor, mucho dolor, de tripa, de piernas, de pies y un poquito de corazón por haber fallado en la estrategia otra vez, y van dos veces ya. 

Los que no fallaron fueron mi hermano Roberto, Jacobo y Juanjo Miranda, que hicieron tres marcones.

Para acabar quiero dar las gracias a toda la gente que se volcó y se está volcando en Facebook y Twitter, y por supuesto a mis dos patrocinadores Ciclos Keway (Pepe), Fisaude (Jorge) y al míster Arri, que un día me tendrá que explicar los puzzles que hace para cuadrar todo lo que le propongo. A mi familia no le doy las gracias porque ya lo saben :) 





PD: para los más curiosos os dejo todos los parciales en una foto. Ya sabéis que aquí no hay secretos.