No te flipes Pepito; Crónica de Peñalara

jueves, 18 de septiembre de 2014 19:01 By José Muñoz Sánchez

Puede parecer un tópico, pero os juro por la gloria de mi madre, que diría el gran Chiquito, que tenía la crónica hecha 3 días después de la carrera y justo cuando estaba poniendo las fotos, el ordenador se fue a la mierda, llevándose consigo la entrada correspondiente al tema que acontece. Después de cagarme en todo lo cagable me dispuse a reanudarla, pero me aburrí y lo dejé. Hasta hoy.


                                    

Puede venir hasta bien que haya pasado cierto tiempo, aunque pueda que se pierda algún detalle por el camino.

Podría empezar la crónica con lo típico de “es el mayor reto al que me he enfrentado en mi vida deportiva” o “por fin soy ultrafinisher”, pero no, no es mi estilo. Bien es verdad que acabar una carrera tan larga mola pero tampoco es una cosa que te cambie la vida (deportiva). Viene bien para poner en perspectiva ciertas carreras, pero nada más. De hecho, personalmente, me parece más duro preparar y correr un maratón de asfalto que correr 64km por monte haciendo 2500 metros de desnivel positivo. La prueba más evidente es que al día siguiente estaba montando en bici de montaña, y en cambio después de un maratón de asfalto sabes que en los siguientes 3 días te puedes olvidar de andar dignamente.
Al lío, que me voy por las ramas.  Me ceñiré a lo deportivo únicamente, para no aburrir al personal más que nada.

Después de pasar el control de chip me coloco en primera línea de salida, al lado de dos mindundis como son Luisete y Castán, que para estar atrás tiempo habrá, me digo. Suena el disparo de salida y la gente sale como si se fuera a acabar la carrera a los 200m, ¡pero muchachos, que son 63km! Yo no entro al trapo y voy a lo mío. Si una cosa me han dicho todos los veteranos a los que he consultado es que vaya guardando mucho, que aunque sea corrible vaya con el freno de mano echado ya que lo puedo pagar y de lo lindo en la parte final. El primer escollo a franquear es el puerto de La Morcuera, subida muy corrible de unos 14 km. Subo tranquilo con un chico de Córdoba hasta casi coronar, que es donde le suelto y cojo a Luisiete. Allí estaban Melani, Marta y Mercedes dando ánimos y me cantan que voy segundo, y es cuando empiezo a flipar en colores. Empecé a pensar si es que las estaba afectando la altitud, pero en la bajada a Rascafría comprobé que tenían razón, que el paquete delantero se había perdido con Castán a la cabeza. De flipar la pasada que me metió bajando ¡qué clase! Me quitó las pegatinas y también se llevó a Luisete, y haciendo caso otra vez al mantra que me estaba repitiendo en mi cabeza continuamente, el de “no te flipes Pepito”, los dejo irse. Casi llegando al avituallamiento me pasa otro chico, segundo de la carrera a la postre.

Ya en el avituallamiento de Rascafría (KM 25) relleno bidones, como algo rápido, me hacen control de material y ¡pa’ rriba! 20 km de subida y 1300 metros de desnivel positivo me esperan hasta el pico de Peñalara, puerto del Reventón mediante. Aquí si tengo que reconocer que hay que ser un poco duro de coco, ya que si lo piensas tranquilamente es una puta barbaridad tener que hacer en medio de una carrera la misma distancia y desnivel que en mis mejores entrenamientos. Y si, solo un día he pasado de los 20 km y ninguno de los 1200+, pero preparar una carrera así en Toledo es lo que tiene.
Poco a poco voy haciendo camino hasta que a mitad de puerto cojo a Luisete otra vez, hago 5-10’ con él y me voy ya que me dice que anda saliendo de una lesión y que tire yo para delante. Con el Reventón en el horizonte veo que vienen por detrás dos chavales a un ritmo muy majo y barrunto que deben de ser dos de los que se perdieron al principio. Efectivamente, me pasan y les digo adiós educadamente, sigo a lo mío. Meadita de rigor y llego al Reventón, como algo de fruta ya que el estómago me dice que le dé un poco de tregua con las barritas y arreo para Peñalara. Si la matemática no falla voy quinto y con muy buenas piernas, por lo que me centro en mantener la posición y si hay alguna explosión por delante pues eso que me llevo.


Entre canción y canción del iPod llego al famoso paso de los Claveles y entre que técnicamente soy malísimo y que me relajo un poco llega el sexto clasificado y me pasa, le cojo al coronar Peñalara (KM 45) pero en la bajada le dejo irse, entre otra cosas porque lleva mucho mejor ritmo que yo y mis tobillos no están para florituras. Cuando quiero acordar estoy en las zetas de la bajada al puerto de Cotos ya en sexta posición. Al terminar la bajada hay otro avituallamiento y lo más importante, está mi gente allí. En este sí que me paro bien ya que todavía queda subir a “la Bola del mundo”. Como en abundancia y bebo todavía más, que en la subida a Peñalara había fundido todo el agua. Hablo un poco con Melani y con Adri y otra vez para arriba, pero ya es la última subida y ese yo creo que es el aliciente que me hace seguir. De Cotos a la Bola son 6 km y 400+ nada más, pero con la tralla que llevas de antes se hacen interminables. Además a medida que voy subiendo voy viendo que el séptimo clasificado se va acercando cada vez más, y en los sitios que yo voy andando él va corriendo. Se acerca tanto que justo al coronar solo hay 10’’ de diferencia entre ambos, por lo que me tiro a muerte la última bajada, hay que conservar la sexta posición como sea. El tío subía bien, pero bajaba horrible, y en el primer trozo todavía de cemento (el que se sube en la Vuelta) le meto buena distancia, por lo que ya me relajo un poco. Me relajo entre comillas porque el último trozo desde que acaban los pinos hasta meta me salen a 4’/km pelaos, incluso por debajo, pero es que cuando se va oliendo la meta hay que dar todo ya. Llego a meta totalmente destruido muscularmente y no sé si reír, llorar o gritar, así que opto por sentarme y quedarme callado asimilando lo que acabo de hacer, sexto general y quinto senior en mi primera carrera de larga distancia. Not bad…

Para mí es un gran resultado, y viéndolo con el tiempo todavía más, pero siempre queda el poso,  de si hubiera tenido otras circunstancias el mes previo a la carrera que hubiese sido capaz de hacer. Quizá el año que viene lo comprobemos….